En medio del Adviento la Iglesia pone a la Virgen María en el centro de la atención: celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción y creemos que es una ocasión preciosa para reflexionar entorno a la Madre de Dios.
La Inmaculada Concepción es un dogma de la Iglesia Católica, que consagra como, aunque concebida y nacida por un pareja de mortales (Santa Ana y San Joaquín), la Virgen María nació pura, nunca tocada por el pecado original, a diferencia de todos los demás hombres y mujeres. María, Llena de gracia, como se saluda en la Anunciación, se considera santa desde su concepción, purificada de todo mal, preservada del pecado por el Espíritu Santo, que la ha convertido en una criatura única y especial, destinada a ser la madre de un Hombre único y nuevo. Sería inconcebible pensar que Dios, en su infinita sabiduría y perfección, pueda haber confiado su encarnación humana a una mujer nacida en el pecado, presa del Maligno y sus tentaciones. María fue la única criatura a la que se le reservó este privilegio especial, particularmente en vista de su misión, del destino que Dios tenía guardado para ella. Todos los demás hombres y mujeres nacieron y nacen en el Pecado, desde lo cual se purifican por medio del Bautismo. María es la primera entre los creyentes, la más cercana a Dios, tan cerca que ha sido elegida para llevar en el vientre el fruto de su Amor infinito. Este papel de intermediaria entre el hombre y el Omnipotente, madre pura y amorosa, consagrada desde su concepción a su misión de amor y dolor, hace que la tradición de la Virgen Inmaculada sea una de los más extendidas y queridas en la devoción popular.
El Año Litúrgico (o también conocido como Calendario Litúrgico) es un ciclo basado en la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro Señor. Al repetirse cada año, nos ayuda a estar en unión con Él y a crecer en nuestra fe. En este ciclo también honramos a María, nuestra madre, y a todos los santos.
El Adviento es el tiempo que nos propone la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta del nacimiento de Jesús, hecho niño, por amor a todos nosotros. Y su amor no tiene ni principio ni fin, es para siempre. ¡Es de lo más emocionante!
El Adviento sólo dura 4 domingos, y los tenemos que aprovechar muy bien. Si en su casa tienen la linda costumbre de la Corona de Adviento, no pierdan la oportunidad de celebrar así estos cuatro domingos.
¿Cuándo empieza y cuándo termina?.
Se inicia el último domingo del mes de noviembre, fecha en que la Comunidad cristiana inicia la celebración del Tiempo de Adviento, tiempo de preparación de la Navidad: el nacimiento de Jesús.
Concluye el sábado anterior a ese domingo pero del año natural siguiente.
¿Cómo se estructura?.
Se organiza en cinco tiempos litúrgicos:
1 - Adviento (color morado) – Tiempo para prepararnos para la fiesta de Navidad.
2 - Navidad (color blanco) – Tiempo para celebrar el nacimiento de Jesús y prepararnos para su segunda venida.
3 - Tiempo Ordinario (color verde) – Tiempo para celebrar nuestra fe en la vida diaria en relación con Jesucristo.
4 - Cuaresma (color morado) – Tiempo para prepararnos para el Triduo Pascual y el tiempo de Pascua
- Triduo Pascual (colores rojo y blanco) – Tiempo para meditar en la pasión de Jesús y en victoria sobre la muerte – este tiempo está entre el 4 y 5; son los tres días con sus vísperas que preceden e incluyen al domingo de Pascua.
5 - Pascua (color blanco) – Tiempo para celebrar la gloriosa Resurrección de Jesús.
Significado del Adviento
La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.
El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.
El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo más próximo al 1 de diciembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
El adviento comprende las cuatro domingos o semanas antes de la Navidad. El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor. En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo. Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo. Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.
El Adviento está tocado, de una forma muy particular, por la característica de la esperanza. La esperanza como virtud que sostiene al alma, que consuela al ser humano. Teniendo en cuenta este sentido esperanzador del Adviento.
La corona es un círculo de follaje verde, la forma simboliza la eternidad y el color la esperanza y la vida. Va enrollada con un listón rojo, símbolo del amor de Dios que nos envuelve y también de nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. En el centro de círculo se colocan las cuatro velas (pueden ser tres moradas y una rosa o bien todas blancas) para encenderse una cada domingo de Adviento. La luz de la vela simboliza nuestra fe.
El conjunto se sitúa cerca del altar o del ambón de la Palabra, si es en la Iglesia, o en un lugar adecuado si se utiliza en un ambiente familiar o escolar.
En Navidad se puede añadir una quinta vela blanca, hasta el final del tiempo de Navidad y si se quiere se puede situar la imagen del Niño en relación con la corona: se tiene que ver que la Navidad es más importante que la espera del Adviento.
La corona, que procede del Norte (países escandinavos, Alemania), tiene raíces simbólicas universales: la luz como salvación, el verde como vida, forma redonda como eternidad. Simbolismos que se vieron muy coherentes con el misterio de la Navidad cristiana y que pasaron fácilmente a los países del sur.
Se ha convertido rápidamente en un simpático elemento complementario de pedagogía cristiana para expresar la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida, junto a otros ciertamente más importantes, como son las lecturas bíblicas, los textos de oración y el repertorio de cantos.