27 de febrero de 2021

LOS MILAGROS DE JESÚS



Durante su vida, Jesús enseñó el mensaje del reino de Dios para que las personas encuentren la felicidad y la salvación completa. 

El mensaje del reino de Dios 

El reino de Dios es el mensaje de amor y salvación de Dios y la presencia de Dios en la tierra a través de la persona de Jesús. 
Jesús enseñó el mensaje del reino de Dios con sus palabras (parábolas, Bienaventuranzas, Padrenuestro) y con sus obras (comportamientos ejemplares y milagros). 
Este mensaje propone amar a Dios, a los demás y a uno mismo: «Amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor» (1 Juan 4, 7-8).
 
Los milagros de Jesús

Jesús realizó muchos milagros, narrados en los cuatro Evangelios: curó enfermos (leprosos, ciegos, paralíticos); dio de comer a multitudes (la multiplicación de los panes y los peces); dominó la naturaleza (la tempestad calmada); devolvió la vida a los muertos (Lázaro y la hija de Jairo). 
Los milagros de Jesús confirman su mensaje sobre el reino de Dios y enseñan la presencia del reino de Dios en la tierra y en la vida de las personas. Además, muestran que Jesús es el Hijo de Dios y posee el mismo poder que Dios.

El significado de los milagros de Jesús 

Los milagros de Jesús son gestos eficaces de Dios que curan, liberan y ayudan a la persona a tener fe en Dios: «Si no hago las obras de mi Padre no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre» (Evangelio de San Juan 10, 38). 
Los milagros de Jesús son hechos históricos en los cuales Jesús, movido por su compasión hacia las personas, anticipa, por el poder de Dios, la salvación futura. Así muestra que Él vence todo mal: la enfermedad, las limitaciones de la naturaleza actual, al demonio, a la muerte. 
La Iglesia interpreta los milagros de forma histórica y de forma espiritual. Así, la curación de un ciego se puede interpretar como la curación de la ceguera en la que vive todo hombre cuando no tiene fe. Esta interpretación espiritual se basa en el hecho histórico del milagro

La Iglesia y el mensaje del reino de Dios 

Jesús encargó a los doce apóstoles la misión de enseñar el reino de Dios, perdonar los pecados, bautizar y gobernar la Iglesia. Desde entonces, la Iglesia anuncia el reino de Dios y lo hace crecer en la tierra



 

MULTIPLICACIÓN DE PANES Y PECES


En aquel tiempo, vio Jesús una gran multitud y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tienen pastor, y comenzó a enseñarles muchas cosas. Y como fuese muy tarde, se llegaron a Él sus discípulos y le dijeron: «Este lugar es desierto y la hora es ya pasada; despídelos para que vayan a las granjas y aldeas de la comarca a comprar de comer». Y Él les respondió y dijo: «Dadles vosotros de comer». Y le dijeron: «¿Es que vamos a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les contestó: «¿Cuántos panes tenéis? Id a verlo». Y habiéndolo visto, dicen: «Cinco, y dos peces».

Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos de comensales  sobre la hierba verde. Y se sentaron en grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces y levantando los ojos al cielo, bendijo, partió los panes y los dio a sus discípulos para que los distribuyesen; también partió los dos peces para todos. Y comieron todos hasta que quedaron satisfechos. Y recogieron doce cestas llenas de los trozos que sobraron de los panes y de los peces. Los que comieron eran cinco mil hombres. (Mc 6,34-44)


El milagro de la multiplicación de los panes y peces, siendo real e histórico, es un anticipo del milagro de la Eucaristía. En ambos casos Jesús satisface las necesidades del ser humano: la material para vivir aquí y la espiritual para vivir en la eternidad. De esta escena se aprende a conmoverse ante las necesidades del prójimo, ya sean de carácter temporal (atención, ayuda económica, compañía afectiva…) o de carácter sobrenatural (apostolado, evangelización, corrección fraterna…). El amor se multiplica por si mismo y siempre permanece: sacia sin acabarse. Al terminar la comida, los discípulos guardan las sobras de panes y peces: es un símbolo de la reserva en el Sagrario tras la Santa Misa.



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