Todo lo que sabemos de San José, lo podemos entrever en la Biblia, especialmente en los evangelios de San Mateo y San Lucas.
Su silencio lo caracteriza y
es precisamente a través de sus obras, de sus actos de fe, confianza, y sobre
todo de su amor, lo que nos descubren a San José, como un gran santo.
Dios le encomendó ser el padre adoptivo del niño
Jesús y esposo de la Virgen María, un privilegio y una gran
responsabilidad, el santo
custodio de
la Sagrada Familia.
Vivió de forma sencilla,
realizando en su vida cotidiana la
misión que el Padre le había encomendado de la manera más
perfecta posible, contribuyendo de
este modo a la realización del proyecto de la salvación de Dios.
La vida de San José fue una vida de oración y
silencio permaneciendo de este modo en diálogo con
Dios; trabajador y honesto para
mantener a su familia; padre
y esposo, lleno de amor y compasión; obediente y de una profunda fe dejándose
llevar en manos de Dios; hombre
justo y casto, cuya imagen vemos representada por la azucena en la mano,
símbolo de pureza y de su estado virginal, en la iconografía del arte cristiano.
Podríamos decir que la
vida de San José, fue una
peregrinación en la fe, que al igual que María, ambos
permanecieron fieles hasta el final, en lo que se le había encomendado.
Virtudes destacadas de
San José
· Paternidad
«José, hijo de David, no temas
tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu
Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21).
En esta cita
bíblica se halla el
núcleo central sobre San José. Fueron destacables entre otras
virtudes, su
obediencia y humildad, realizó lo mandado por el ángel y tomó a
María con todo el misterio de la maternidad.
Se
abre en esta disponibilidad y entrega
absoluta al designio de Dios, que le pide el servicio de su paternidad,
cooperando de este modo en el gran misterio de la redención; toda la vida de Jesús le ha sido
confiada a su custodia.
En
los evangelios se
puede ver la tarea
paterna de San José, realizada en los gestos que forman parte
de la vida familiar:
en su nacimiento, la circuncisión, la presentación de Jesús en el Templo… cada
acontecimiento que se va desarrollando sobre su vida.
Se
le ordena poner el nombre de Jesús,
aunque no fuera fruto suyo, de esta manera declara su paternidad legalmente y
proclamando su nombre define también su misión salvadora: «Y le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21).
El Papa Francisco en
la Carta Apostólica «Patris Corde« menciona la cita de Pablo VI donde se observa la paternidad manifestada
concretamente «al
haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación
y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad
legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don
total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación
humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón
y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa»
(Patris Corde, 1).
·
Obediencia
y fe
Vemos en su persona como obedecía con docilidad, y siempre estaba oyente a la voz de Dios. En cada circunstancia de su vida se ve la respuesta dirigida hacia esta voluntad.
A
través de sus sueños, se le reveló lo que tenía que hacer y se observa
en él su
obediencia sin pensar en las dificultades. Por la fe acató los caminos de Dios, en esa confianza que el Padre
había depositado en él, al elegirlo padre de su hijo.
Acoge a María como le dice el ángel, deja a un lado sus propios
razonamientos y asume lo que se le dice. Nos enseña a acoger lo que se nos da
en nuestra propia vida, aunque no comprendamos.
«La acogida es un modo por el
que se manifiesta en nuestra vida el don de la fortaleza que nos viene del
Espíritu Santo. Solo el Señor puede darnos la fuerza para acoger la vida tal
como es, para hacer sitio incluso a esa parte contradictoria, inesperada y
decepcionante de la existencia» (Patris Corde, 4).
Se entregó completamente a esta misión que le encomendaba y puso su vida al servicio de ello.
Durante
ella le acompañaron dolores y gozos, pero su fe y obediencia les conducía
siempre en la confianza de que Dios estaba ahí.
Nos enseña a creer en Dios, a tener fe aún en medio de las dificultades,
miedos, debilidades, por tanto, es necesario entonces, dejarnos abandonar en Él, para que lleve nuestra
vida, porque Él tiene siempre la última palabra y su mirada es más amplia que
la nuestra.
Aceptó
todo por amor. Vemos como al igual que María, en cada circunstancia de la vida de José pronuncia también
su «FIAT».
«Aceptó como verdad proveniente
de Dios lo que ella ya había aceptado en la anunciación… Cuando Dios revela hay
que prestarle «la obediencia de la fe», por la que el hombre se confía libre y
totalmente a Dios, prestando a Dios revelador el homenaje del entendimiento y
de la voluntad y asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por él»
(Redemptoris custos II).
·
Trabajo y silencio
San
José se caracterizó por su silencio. Un silencio respetuoso y
puesto al servicio de la escucha. Este silencio ayuda a tener una mirada hacia dentro para meditar
y conocer la voluntad de Dios.
El Papa Benedicto dijo «dejémonos invadir por el silencio de San José«, el ruido nos impide escuchar o percibir las grandes verdades de la vida.
Su trabajo estaba envuelto en este silencio, era
un humilde carpintero que bajo el esfuerzo de su
trabajo, supo responder con fidelidad el cumplimiento de
sus deberes, en un constante servicio.
El trabajo es un elemento fundamental para la dignidad de la persona y él nos enseña a hacer un
trabajo justo, donde todos los dones que hemos
recibido de Dios los ponemos a su servicio.
«…José acercó el trabajo humano al misterio de la redención»
(Redemptoris custos IV). Por ello, los trabajadores están
invitados a imitarle. Es posible servir a Cristo por medio de
nuestro trabajo. «Todo cuánto que, hacedlo de corazón, como para
el Señor y no para los hombres…» (Col 3, 23s)
·
Custodio
de la Iglesia
Al igual que estuvo al cuidado de Jesús y María, como padre y esposo, con un corazón que fue capaz de amar y proteger al hijo de Dios y a su Madre, es por ello que se le encomienda también la Iglesia, su cuerpo místico.
Se
encomienda a su protección y se le pide al igual que Él hizo, que su Iglesia colabore fielmente en la obra de la
salvación siguiendo su ejemplo y pidiendo su intercesión.
Tarea
que en la Iglesia compete a todos y a cada uno en su estado y tarea de vida.
«José, a la vez que continúa
protegiendo a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre, y nosotros
también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y a su madre»
(Patris Corde, 5).
Qué
nos dice a nosotros
A
modo de conclusión, podemos ver cómo San José lo hizo todo ante los ojos de Dios, al que sirvió ejemplarmente.
Por
lo tanto, la perfección y nuestro actuar como cristianos, en realidad se da
en el cumplimiento de lo que Dios quiere de nosotros.
Con
su ejemplo de vida nos enseña a amar, orar, sufrir, actuar rectamente para dar gloria a Dios con
nuestra vida, en cada día que se nos da.
No
es tan importante hacer «grandes cosas» sino hacer bien la tarea que debemos
hacer.
«El participó en este misterio
junto con Ella, comprometido en la realidad del mismo hecho salvífico, siendo
depositario del mismo amor, por cuyo poder el eterno Padre «nos predestino a la
adopción de hijos suyos por Jesucristo» (Ef 1,5) » (Redemptoris
Custos, Introducción).
Por
lo tanto, la fe y el amor con que cada cual va tejiendo su vida en el
día a día es importante. Vivir con docilidad la voluntad del Padre, es vivir con un corazón agradecido por todo lo que
recibimos, ser conscientes de la misión que se nos encomienda y ser fieles a ese llamamiento.
Nos
enseña a ser grandes desde la pequeñez como María (caridad), nos invita a confiar
en el creador aunque aparentemente las cosas vayan en contra (fe) y nos induce a
ponernos en camino apoyados en el cayado de la esperanza.
Festividad
de San José
Celebramos
su festividad el 19 de Marzo de cada año, Día de San José.
La devoción hacia él, comenzó
en el s. IV en Oriente. Va surgiendo entre carpinteros que lo tenían como patrono, y va poco a poco
extendiéndose hasta llegar a Santa Teresa de Jesús, muy conocida entre nosotros.
Con
el Papa Sixto IV se introduce su fiesta en el calendario romano el 19 de Marzo. Es Gregorio V quien la estableció en
1621 fiesta
de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del
Vaticano II). A partir de entonces, van naciendo las primeras congregaciones
que llevaran su nombre.
En
1870, el Papa Pío IX, declaró a San José «Patrono de la Iglesia
Universal«, modelo de padre y esposo custodio de la Sagrada
Familia; Juan XXIII introdujo su nombre en el canon de la misa; Pío XII lo presentó como «Patrono de los trabajadores» y San Juan Pablo II como «Custodio del Redentor«, también muy querido
por el pueblo se le conoce como «Patrono de la buena muerte«.
El
8 de Diciembre de 2020 el Papa Francisco con motivo del 150º aniversario de la declaración de San José, como «Patrono de la Iglesia», escribe la
Carta Apostólica «Patris Corde» (Con corazón de padre).
Con
el objeto de acercarnos más a San José, un padre que toda su vida nos refleja
el amor a Dios y a su familia, un ejemplo de vida para todos.
Es
conociéndole cómo descubrimos este amor y podemos pedir su intercesión para imitar sus
virtudes. Su vida y ejemplo nos enseña a vivir el evangelio.
El 19 de marzo se celebra en España el Día del Padre, una fiesta muy especial para todos los padres que tienen hijos.
Este día tan especial es un buen momento para que los niños homenajeen a sus papás y para que los padres disfruten de las muestras de cariño de sus hijos.
El día del padre es una ocasión perfecta para fortalecer la relación entre padres e hijos y hacer algo especial, único, diferente. No hay que olvidar que las celebraciones son siempre un motivo de alegría para las familias, sobre todo para los más pequeños.
Este día nos recuerda la importancia de la figura paterna a lo largo de la historia de la humanidad. Tradicionalmente su imagen estaba más relacionada con la manutención de la familia, la seguridad, la imposición de la disciplina, que con las emociones. Hoy, sin embargo, reconocemos el papel del padre en el campo de la educación infantil y en el desarrollo afectivo y emocional de los bebés y niños.
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